miércoles, 21 de octubre de 2009

El mundo del trén


Boletos, silbatos, apuros y el molinete. La locomotora avanza y los pasajeros dejan todo atrás, para viajar sólo con aquello que cargan, aquello que son. En cada vagón, decenas de historias, personajes y gestos. El vendedor, el pensador, el niño mendigo, el cantor, el lector, más allá, el dormilón y desde lejos el guardián de “Boletos, por favor”. El que se pierde en su música con la mirada vagabunda, el que aguza el oído para escuchar una conversación, el que lee el diario del vecino, el que se cuela en la fila para entrar, el que se endereza en su asiento para mirar el paisaje.

Las vías se extienden al infinito, la tierra comienza su latido, la ventana se vuelve película. Otro viaje comienza.

“Es tanto lo que envuelve y rodea al mundo del tren que todo amante de la fotografía, el cine, la literatura, la pintura se ha tenido que ver atrapado por él en algún momento de su vida”.

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