En la inmensidad e la obscuridad dejo de respirar. El miedo lo invadió y por última vez contemplo ese triste y odioso paisaje que a pesar de todo lo iba a extrañar.
La gran avenida llena de vieculos que contaminan sin parar; los inmensos mueros llenos de quejas, arte y tirsteza; y esa fábrica que nos provee de lúz para no ver, para creer algo que no es.
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